lunes, 5 de marzo de 2012
Allí, Allá
Allí, Allá es el resultado de la curaduría hecha por Santiago Rueda en su residencia Macro/CEC/Idartes 2011 en Rosario, Argentina a finales del año pasado en el espacio Plataforma que se enfoca al Arte, a la Ciencia y a la Tecnología.
Su misión fue encontrar artistas rosarinos contemporáneos para realizar la muestra en nuestro país, lo más relevante es la presencia de la tecnología en nuestros tiempos como es de vital importancia en la actualidad y como estos artistas lo reflejan en sus obras.
La exposición tiene como temas la vida orgánica, la arquitectura, la ciencia- ficción, la cultura pop y las narrativas subjetivas relatadas a través del video. En todas las obras de la exposición puede observarse una referencia a la existencia de la tecnología en nuestras vidas, con énfasis en las reflexiones sobre el uso de los recursos digitales, ya sea como motivo, pretexto, o vehículo. Dado que las obras escogidas se enmarcan en la producción de la última década de cada uno de los artistas participantes, esta exposición se presenta como una posible arqueología reciente del arte asistido por los medios digitales, una sub trama que puede observarse tanto en las piezas graficas como en las obras de video.
Estas son algunas de las obras que más nos llamarón la atención de esta exposición:
La obra de Carlos Herrera continua una serie de reflexiones recientes que el artista ha realizadosobre la muerte. En Retrato de la muerte (2011) un calamar, un ser marítimo, es atravesado por una aguja con una cruz, como símbolo de la desaparición y la descomposición de la carne.
En sus Venganzas (2009) Noelle Lieber dibuja mujeres deco que atacan violentamente a hombres manga, propinándoles devastadores golpes sin perder su elegante tranquilidad. En esta y otras series Lieber canibaliza fuentes iconográficas que pueden comprender desde las revistas de moda de los 20, los grabados de Goya a las revistas eróticas o los cuadernos para niños. Mas alla de una posible reivindicación de genero a Lieber parece interesarle la anturaleza misma de las emociones y la carne, “esa nube roja cuyo relámpago es el alma” para usar las palabras de Margarite Yourcenar.
Fotografías: William Aparicio